Música para mis oídos
¿Cómo es posible que podamos aprender algo tan sofisticado como una lengua desde una edad tan temprana? La adquisición del lenguaje es algo que no dejará de intrigarnos. La adquisición del vocabulario de nuestra lengua materna depende de la memoria implícita, ya que la inmersión es completa y por lo tanto este proceso es automático. Sin embargo, la adquisición de una lengua extranjera depende de la memoria explícita, ya que normalmente hacemos un esfuerzo consciente para adquirir el vocabulario y las reglas internas del lenguaje. Según los métodos que se utilicen para enseñar una segunda lengua, los mecanismos cerebrales implicados pueden implicar más un tipo u otro de memoria.
La neurociencia nos ha enseñado mucho más que esto sobre adquisición del lenguaje. Sabemos que la adquisición de vocabulario en estadios tempranos depende de la maduración de una zona del cerebro conocida como área de Wernicke, en el lóbulo temporal. La producción del lenguaje depende del área de Broca, en el lóbulo frontal. Pero hay otros muchos aspectos aún muy inexplorados, como el papel de la musicalidad en la adquisición. En este sentido, la neurociencia y ciertas esferas de la filología comparten intereses comunes. Hemos charlado sobre este tema con María Carmen Fonseca Mora, una gran experta en este campo, que además de ser filóloga e investigadora es docente en la Universidad de Huelva.
María Carmen es catedrática de Filología Inglesa en la Universidad de Huelva. Dirige el Centro de Investigación, Pensamiento Contemporáneo e Innovación para el Desarrollo Social, así como su propio grupo de investigación bajo el nombre de ReALL (Research Affective Language Learning), donde estudia la dimensión afectiva de la adquisición del lenguaje.
Juan García Ruiz: ¿Qué te llevó a interesarte por la Filología y la adquisición del lenguaje?
María Carmen Fonseca Mora: En realidad yo no pude elegir Filología, porque en Huelva no existía esta carrera. Empecé haciendo magisterio con especialización en Lengua Extranjera. ¿Por qué? Yo crecí en Alemania, donde me fui con dos años y medio. Estuve expuesta a varios idiomas desde una edad muy temprana. Recuerdo cómo desde niña, cada vez que se acercaban para saludarme, yo contestaba a todo el mundo con la melodía que yo procesaba de sus idiomas. De ahí viene mi amor por las lenguas. Desde pequeña hablaba español, alemán, y el dialecto de allí (Schwäbisch), que es básicamente como el andaluz en España.
Después de hacer Magisterio, seguí estudiando Filología con la Universidad de Sevilla, donde me examinaba los sábados. Tuve la suerte de que el departamento de Lenguas de la Universidad de Sevilla organizó un taller de lectura en inglés, y me pidieron ayuda para la organización. Entonces tuve la ocasión de hablar con Antonio Garnica, catedrático de Filología Inglesa de la Universidad de Sevilla. A mi siempre me habría gustado que fuera posible hacer Filología en Huelva, y don Antonio me dijo que eso era posible y me animó a sacar adelante esta idea. Recibí una llamada de la entonces vicerrectora, Ana Sánchez Villalba, y me pidió que organizara un plan de estudio. Así lo hice, y así nació la carrera de Filología en Huelva. Con el tiempo, conseguí una plaza como profesora asociada en la Universidad de Huelva.
JGR: Siendo profesora en la universidad de Huelva y dirigiendo dos proyectos, he visto que todavía te queda tiempo para publicar numerosos artículos científicos. ¿Cuál ha sido el impacto de estas publicaciones?
MCFM: Mis publicaciones con mayor impacto internacional son aquellas que tratan sobre la música y el aprendizaje de lenguas extranjeras. En general he escrito mucho sobre didáctica en el aprendizaje de lenguas e innovación docente. Uno de los últimos artículos que he publicado fue precisamente en una revista de neurociencia. En este artículo nos interesamos por la dimensión acústica de la lectura.
JGR: Hablando sobre la dimensión acústica de la lectura, ¿se sabe algo sobre las diferencias entre la lectura silenciosa y la lectura en voz alta? Por ejemplo, en términos de comprensión.
MCFM: Hay muchas diferencias. Tradicionalmente, siempre que se habla de lectura se habla de lectura oral. ¿Por qué? Porque es mucho más fácil de estudiar. Sin embargo, cuando leemos normalmente leemos en voz baja. Por ello es importante interesarse por las diferencias. Por tanto, para interesarnos por la fluidez lectora lo que tuvimos que hacer fue preparar textos en diferentes lenguas para evaluar a los sujetos. Básicamente a partir de un texto, eliminamos todos los signos de puntuación y espacios, mayúsculas y cualquier tipo de indicador de una pausa. Para medir la fluidez, la tarea del sujeto es identificar a partir de este texto en bruto todas las palabras. No solo es una cuestión de detección, sino de contextualización, porque a veces pueden hacerse varias divisiones diferentes del texto que dan lugar a palabras diferentes. Pero la contextualización permite que los sujetos se decanten por una forma de leerlo.
En cuanto a la lectura oral, las formas de medirla son diferentes. Los datos que nos aporta son también diferentes (prosodia o velocidad, por ejemplo). Sobre la comprensión todavía no puedo decirte mucho. Por ahora estamos en un estadio más temprano: identificación de sonidos, conciencia fonológica, identificación de palabras, etc. Todo esto lo hacemos a nivel multilingüe. Algún día quizá pueda decirte algo sobre la comprensión, pero ya sabes que la investigación avanza a su propio ritmo.
JGR: Una parte de la neurociencia se interesa mucho por el trabajo de los filólogos. La adquisición del lenguaje es uno de los grandes temas de esta disciplina. ¿Es esto recíproco? Es decir, ¿hasta qué punto se interesan los filólogos por las bases neurológicas del lenguaje?
MCFM: Por lo general, no. La Filología es una disciplina muy amplia. La adquisición del lenguaje solo es una pequeña parte. E incluso aquellos que se interesan por la adquisición del lenguaje, lo hacen desde una perspectiva muy diferente. Las publicaciones de un filólogo no se parecen en absoluto a las publicaciones de un neurocientífico. Mi caso es un poco excepcional, a mi me interesan mucho los aspectos neurobiológicos y psicológicos. Por ejemplo, uno de mis temas de investigación es la dimensión afectiva de la adquisición del lenguaje.
JGR: ¿Cómo se estudia la adquisición del lenguaje desde la Filología?
MCFM: Hay muchas formas de hacerlo. Mediante revisiones bibliográficas, una forma clásica de abordar el tema. Pero también mediante estudios más experimentales. Por ejemplo, queremos utilizar videoclips musicales en las aulas para facilitar el aprendizaje de idiomas. Pero esto requiere un trabajo preliminar bastante extenso de análisis del discurso, que es donde nos encontramos ahora. Porque queremos utilizar la música para favorecer la adquisición de lenguas extranjeras, pero no queremos enseñar cualquier cosa. Con estos análisis de videoclips musicales hemos aprendido cosas muy interesantes. Por ejemplo, en la música es muy frecuente asociar amor con muerte. Además, la sexualización de la mujer es una constante en estilos musicales muy diferentes entre sí.
JGR: Realizaste la tesis estudiando la influencia de la musicalidad en el aprendizaje del inglés. ¿Qué puedes contarnos sobre esto?
MCFM: La idea de esta tesis viene de una clase con niños de 12 años en las que les enseñaba el comparativo en inglés y trataba de que mis alumnos repitieran lo que yo decía. Da la casualidad de que grabé esta sesión para poder estudiarla después, y me di cuenta de la importancia de la musicalidad. Sin ser consciente, yo utilizaba una entonación muy concreta cuando pronunciaba, por ejemplo “Peter is taller than Mary”. Pasó con un alumno que le era imposible repetir la frase, no conseguía articular las palabras. Sin embargo, el niño era perfectamente capaz de repetir la entonación que yo utilizaba, la prosodia era correcta. Esto me hizo pensar que aquí había algo interesante y quería indagar. Estuve leyendo mucho tras esta clase, y en efecto muchas publicaciones ya habían hablado de cómo los bebés procesaban las melodías en primer lugar. Lo primero que hacemos es captar los contornos melódicos universales, y sobre esto vamos articulando el resto.
JGR: Entiendo que en el aprendizaje de un idioma todo suma. Pero ¿todo suma de la misma forma?
MCFM: Hay algo que suma sobre todas las cosas: la interacción. Somos seres sociales, por lo que la interacción social no puede sustituirse con nada. La negociación del significado, por ejemplo, no puede trabajarse de ninguna otra forma. O la competencia metafórica. O los referentes culturales.
JGR: Quiero aprender un idioma de cero. ¿Por dónde empiezo?
MCFM: ¿Lo que mejor funciona? Buscarse un novio o una novia que hable el idioma. Pero si esto no es posible, creo que es muy importante tener una buena estructura, un profesor que te guíe. A partir de esto, como dices todo suma. Vivir en el país en cuestión, escuchar la radio, usar ciertas aplicaciones, ver películas en versión original. También hay plataformas online de e-tandem que te permiten interactuar en línea con extranjeros, por lo que no tenemos excusa. La interacción social está al alcance de todos. Y a favor de la interacción social, diría que una de las ventajas es que te permiten aprender la intencionalidad del lenguaje, cosa que es más difícil con aplicaciones o simplemente viendo una película. Por ejemplo, si le digo a mi marido tengo frío, quizá lo que le estoy diciendo es que me acerque una manta, o que cierre una ventana, o simplemente que me abrace. En función del tono que utilice o del contexto en el que nos encontremos, la pragmática puede variar.
JGR: ¿Cuál es su diagnóstico del sistema educativo español en cuanto al aprendizaje de idiomas?
MCFM: Creo que ha habido una mejora. Ha habido un esfuerzo político para desarrollar centros educativos bilingües. Sin embargo no es tan simple como saber historia y saber inglés para ser profesor de historia en inglés. Creo que debe haber una coordinación más importante entre docentes de idiomas y docentes de otras disciplinas. Pero hay algo en el sistema escolar que falla. Por ejemplo, he estado analizando unos trabajos de mis alumnos de Filología en los que describen su perfil lingüístico. Hay una constante: todos ellos, plurilingües, cuentan que empezaron a estudiar idiomas en el colegio, tuvieron cierto profesor que les entusiasmó, y acabaron estudiando en una academia privada. Otros han conseguido la fluidez yéndose fuera. Es decir, que para alcanzar ese nivel tan bueno que tienen, han tenido que buscar recursos fuera del sistema escolar. Por lo tanto aunque creo que hemos mejorado mucho, creo que todavía hay cosas por hacer. Hay que acabar con el aburrimiento en el aula, por ejemplo.
JGR: Como hispanohablante puedo viajar por Latinoamérica sin problemas de comunicación. Sin embargo un griego que solo hable su lengua natal lo tiene un poco más difícil para salir de Grecia. Tomando estos dos ejemplos, resulta que nosotros tenemos una fama no muy buena para hablar otros idiomas, y los griegos tienen un inglés bastante bueno. ¿Hasta qué punto la necesidad de un país para relacionarse con otro puede influir sobre la educación y la adquisición de idiomas? ¿Qué impacto crees que tiene el programa ERASMUS en el aprendizaje de idiomas?
MCFM: Creo que la necesidad es un aspecto clave. También es cierto que el pasado histórico influye muchísimo. Por ejemplo cuando volví de Alemania no pude estudiar inglés, solo pude estudiar francés, porque en los tiempos de Franco no tenía otra opción.
En cuanto al programa ERASMUS en Huelva, creo que ha supuesto un gran enriquecimiento para nuestra ciudad. Cada vez es más fácil cruzarse con estudiantes extranjeros por la calle, y esto hace que la necesidad para aprender un idioma sea algo mayor que antes, cuando tan solo en verano podías ver algún extranjero en la playa y la interacción era mínima. El programa ERASMUS me ha enseñado que España es un país muy querido. Unos alemanes comentaban que les resultaba algo chocante nuestra siesta, o estar en la cola de un supermercado que no avanza porque los clientes se quedan hablando con los cajeros. Pero también dicen que sus experiencias aquí les hicieron ser más tolerantes, y valorar otros aspectos de la vida como las relaciones sociales. También valoran mucho lo receptivos que somos con ellos. El que viene por aquí, no nos olvida.
JGR: ¿Hay algún mensaje que quieras compartir con los lectores?
MCFM: La ciencia no es cosa de uno, la ciencia se crea en red. Con la ciencia, tenemos el potencial para hacer de este mundo un lugar mejor, pero esto no podemos hacerlo solos.
Fuente: https://www.neuronhub.org/musica-para-mis-oidos